Acá hay algo de lectura variopinta para pasar el rato. Si el material es de su agrado, les agradeceré que me lo hagan saber pues alimenta mi ego. De lo contrario también avisen así no paso más verguenza.

Tuesday, September 26, 2006

En el bondi

En el bondi
(por Lechuza)

Tomada del pasamanos junto a la puerta del medio una mujer madura, ceñida en unos jeans celestes, alza con descuido su hermosos glúteos hacia el muchacho que está sentado y concentrado en su reproductor de mp3.
Él demora unos instantes hasta que descubre la sensual figura de la cuarentona que lo provoca con sus movimientos impacientes y el traqueteo del ómnibus. En seguida comienza a percibir la excitación creciendo bajo su mochila que no tiene la culpa de estar en su falda.
Repentinamente ella se agacha para ver cuanto falta, acercando aún más sus ajustadas nalgas al adolescente. Luego se gira para mirar por la ventana de ese lado, permitiéndole apreciar los sinuosos muslos y el surco formado en la parte delantera de los jeans. Enseguida ella descubre los ojos del chico tratando de espiar a través del pequeño hueco triangular de su entrepierna.
Él se ruboriza al ver sorprendida su lasciva mirada que subía hasta detenerse en la cintura del pantalón que la faja, elevando una suave pancita bronceada. La mujer le ofrece una sonrisa comprensiva y vuelve a darle la espalda, obsequiándole otra vez sus porciones carnosas y redondeadas.
El destino del muchacho se aproxima contra su voluntad de continuar tan excitante observación. El miembro palpitante lo sobresalta y piensa en la dificultad de disimularlo cuando tenga que levantarse. Su imaginación sigue su curso y la presión del pantalón solo contribuye con su ansiedad.
Cuando vuelve en sí ve la parada frente a sus ojos. El ómnibus retoma su marcha y con un movimiento nervioso se para y avisa al chofer. Éste frena de repente, el joven pierde el equilibrio y accidentalmente aprisiona a la mujer contra el pasamano, amortiguando su miembro con los firmes glúteos. Ella siente la presión de un cuerpo que la abarca por detrás y la respiración agitada junto a su mejilla. Una breve contracción la recorre como una tibia caricia, desde la parte baja de la columna hasta el interior de sus muslos.
Se despegan titubeantes y se miran, pidiendo disculpas y agradeciendo a la vez.
Él se baja sin mirar atrás. Ella sigue su viaje.

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