Acá hay algo de lectura variopinta para pasar el rato. Si el material es de su agrado, les agradeceré que me lo hagan saber pues alimenta mi ego. De lo contrario también avisen así no paso más verguenza.

Tuesday, September 26, 2006

El novio perfecto

El novio perfecto
(por Lechu)


Un jueves como tantos, Mario, Juancito y el Mono se reúnen a comer en la parrillada del gallego Luis. El lugar es un pequeño local improvisado en una esquina sin mucho movimiento y que no tiene mayor encanto que la mano del gallego en la parrilla y la sensación de estar como en casa ya que solo es frecuentado por ellos, los vecinos de la vuelta y algún taxista que decide hacer un parate en la jornada.
-¿Te contó Patricia del novio de Adri?- abre el fuego el Mono, luego de pedirle al mozo un par de chorizos y una morcilla.
- ¿A vos también te agarraron con eso?- responde Mario golpeándose la frente con la mano abierta.
- Si loco, me tiene acalambrado. Aparte ¡dejame de joder! eso es ahora que recién empezaron, pero dentro de unos meses lo quiero ver.
- Más bien, este tipo no va a aguantar ese ritmo.
- ¿Que pasó con el flaco? – tercia Juancito que conoce a la persona en cuestión pero no el asunto.
- Que parece que se pasa el día dándole de bomba y Adriana le contó a nuestras novias. Y ahora hay que aguantarlas, porque cada tanto nos mandan alguna línea- le explica Mario para no dejarlo por fuera.
- Ja, ja. Yo por suerte no tengo ese problema. Mariana no tiene nada que ver con ellas- comenta jactancioso Juancito-. ¿Alguna vez les hablé de los beneficios de tener una novia fuera del círculo de amigos...?
-Callate que en cualquier momento se cruzan en un casorio o cumpleaños y cagaste – responde el Mono irritado, haciendo una pausa para tragar-. Por más que no se conozcan, las minas se pasan todos los cuentos y más una como Adriana que habla hasta por los codos.
-Aparte se quiere sacar cartel porque hasta ahora venía mal atendida. ¿Te acordás del mamotreto que tenía antes?– aporta Mario mientras junta los dedos de la mano derecha haciendo el gesto universal de interrogación-. ¡Un boludo del año cero!
- Sos un hijo de puta. A ese tipo se lo presentaste vos- le recuerda el Mono.
- Si, está bien pero fue de casualidad. Yo no tengo la culpa que el flaco se me haya prendido después de una fiesta del laburo.
- Si, pero vos llegaste al boliche y se lo encajaste a Adriana para irte a los 10 minutos con Patricia
- Y qué querés, venía medio cachondo después que la Mariela se vareó delante mío durante toda la fiesta. Me tenía contra las cuerdas- Mario toma de su cerveza con el gesto de satisfacción de quién se reconoce aún con una cuota de arrastre.
- ¿Pero qué...?-se inclina Juan tímidamente sobre la mesa- ¿...el flaco no se la ponía nunca?
- Ni que vinieran degollando- afirma Mario al dejar su vaso, para que no quedaran dudas.
- Para... ¿me vas a decir que el tipo no quería?
- Si, pero era medio dormilón. Aparte solo curtía el misionero.
– Bueno, viste cómo es- Juancito levanta las cejas mostrando comprensión- a veces cuesta entrar en confianza con algunas pibas.
- ¡¿2 años?!
- Ah bue...- Juancito se reclina y muestra la palma de sus manos desvinculándose en este caso- ¿y no será que tu amigo se la lastra?
-Compañero de laburo– aclara Mario, apuntando hacia arriba con el dedo índice.
-Como sea, pero lo conocés desde hace tiempo ¿no?
-Si, pero nunca me pidió que nos encamáramos– responde inesperadamente, causando la risa de los amigos.
-Entonces es bien boludo, si vos sos más fácil que la tabla del uno.
Ríen un poco más mientras el Mono sirve más cerveza antes de volver la charla.
-¿Y ahora, que es de la vida de ese pibe?
- Ni idea, creo que está laburando en un estudio contable.
- No, te pregunto si anda con otra mina, porque para mi tiene razón el pendejo. Ese flaco tenía pinta de comilón...
- Después soy yo el hijo de puta...
-La mina cambió a este, que seguro ni se le paraba, por un toro campeón. Es lógico- aporta Juan con el aplomo que le otorga haber llegado a una brillante conclusión.
-Ya veo que vos también querés que te la ponga- le estampa Mario girándose hacia él.
- Dale ganso. Lo que no entiendo es porqué les quema tanto el bocho que este flaco le de todo el día a la matraca. ¡Déjenlo vivir!
-¡Vos estás loco! – el Mono retoma el hilo de la conversación después de mirarle el culo a una morocha que pasaba por la vereda–. Un tipo así nos hace mierda el mercado.
- Claro... –interviene Mario para redondear la idea- decime sino como carajo hago ahora para sostener el argumento que los buenos polvos se sacan de a uno y no más de dos o tres por semana cuando hay un criminal que se hecha de a cuatro y casi todos los días.
-Ah bueno, es en serio entonces…-concede Juancito que luego de un instante arremete de nuevo-. De todas formas ustedes están hechos puré... ¿no sacan dos a veces?
-Vos sos un poco más pendejo pero ya te quiero ver en un par de años- le dice el Mono a modo de justificación.
- No, yo nunca- sentencia Mario-
- ¿De pibe tampoco?- ahora el Mono sorprendido se acomoda en la silla para mirarlo a los ojos- ¿Nunca tuviste un fin de semana la casa sola y te encerraste con tu novia a meter bola todo el día?
- Nunca se me dio por eso – responde levantando los hombros tímidamente, como quién descubre que su razonamiento no es tan lógico pero no quiere dar el brazo a torcer.
- Ni a los diecisiete cuando estuviste con Paula. ¡Terrible putón la Paula! Aparte estaba buenísima.
- ¿Y que tiene que ver?- responde Mario y el Mono menea la cabeza, francamente preocupado.
- Por eso te largó ¿o no sabés que las minas son como las chapas?*
- Dejate de joder- Mario lo despeina con un golpe en la cabeza- ...con Paula la historia fue otra.
- Mono, me parece que con esa le metiste el dedo en la llaga... – advierte Juancito al tiempo que el diálogo es interrumpido por el mozo que deja un plato con el pedido.
Al irse, el Mono vuelve sobre el tema.
– Bueno, por algo soy su amigo. Si no lo avivamos nosotros ¿quién lo va a hacer?
-¡Porque vos sos el rey de los vivos!- responde bruscamente Mario.
- No, pero a mí no me soplan la dama porque no le hago el service- dice como si nada-. Agarren bo.
- Ta, cortala que se va a poner mal. Aparte acá el tema es el pibe éste que saca cuatro al hilo. Realmente es raro.
- ¡Más bien que es raro! Es imposible que el “amigo” le responda tan rápido. Hay dos: o se jarabea o la tiene chiquita.
- ¿Y que carajo tiene que ver el tamaño?
- Más o menos cantidad de sangre requerida para la erección, querido- responde Mario con suficiencia académica.
- ¿Esto te tiene tan preocupado que te pusiste a repasar biología?
- Vos reíte, pero seguro que para mear se la agarra con una pinza de cejas.
El Mono traga su bocado con calma antes de dejar caer comentario- Me parece que no Marito...
A pesar de la timidez de la frase, ésta capta la atención de los amigos. Juan y Mario se miran extrañados y se reacomodan hacia él esperando que continúe.
- ¿Qué... se la viste acaso? – pregunta finalmente Mario, un tanto preocupado.
- No boludo, pero parece que Adriana también les comentó que le toca el piso.
- ¡Andá a cagar! – Mario agita su brazo derecho en señal de incredulidad-. Esto para mí que es verso, loco. ¿Qué más les dijo? ¡¿Que le limpia el baño y que deja de ver el fútbol para grabarle la novela?!
- Y yo que sé... puede ser. Eso fue lo que me contó María.
- Bueno Mono... de última a vos eso no debería preocuparte ¿no?... digo con el lagarto ese que tenés vos...- Mario golpea con el puño debajo de la mesa-. Mirá ahí está saludando.
Se ríen, incluso el Mono que a pesar de darle un poco de pudor ya está más que acostumbrado a ese tipo de bromas.
- Che... - Juan titubea temiendo mostrar su ingenuidad ante los amigos- ¿pero las minas se cuentan esas cosas?
– ¿Y vos no comentás las tetas que tiene una mina que te levantás? -replica el Mono inmediatamente.
- Si, pero no te digo que MI NOVIA tiene terribles tetas.
– Porque todos sabemos que TU NOVIA tiene terribles tetas – acota el Mono que no la deja pasar y enseguida se suma Mario.
– Claro... pero aparte Juancito, las minas son las peores. Se cuentan todo.
– Unas guarras- subraya el Mono.
- Más bien. Por eso te digo que no escupas para arriba. Cuando Mariana se junte con éstas vas a ver.
- No creo- dice desconfiado Juan y la conversación se diluye mientras continúan pinchando del plato.
Luego de unos instantes, él mismo observa la puerta que se abre.
- Bo, ¿ese no es el flaco que hablábamos recién, el ex de Adriana?
- Si- acota el Mono con algo de sorpresa.
- ¿Qué hace acá? Y mirá... está con una mina.
-¿Que querés?... no está más con la otra pero no se la cortaron- Mario quiebra una lanza por él-. Aparte creo que vive por acá.
- A lo que voy es que esto es un antro y esa mina es un caballo.
- Si te escucha el gallego te saca a patadas- Mario lo alerta con disimulo.
- Pero si es el travesti de acá a la vuelta - Interrumpe el Mono al reconocerlo.
- ¡Es verdad!... pero está bueno igual- reflexiona Juan hundiendo la cabeza entre los hombros.
- Cuando tenés razón, tenés razón – tercia el Mono al tiempo que menea la cabeza pausadamente. Los demás se ríen hasta que Mario recuerda -... ¿no es el que se llevó Darío la otra vez que se fue en pedo?
- Podrías ser más específico – interroga el Mono con ironía.
El grupo ríe abiertamente y Mario da una palmada a la mesa que llama la atención del recién llegado.
- Paren que nos vio – advierte Juancito por lo bajo.
- Eso pasa por tu risa de nabo –le responde el Mario entre dientes mientras el tipo se acerca hasta su mesa.
- ¿Cómo andan che?- los saluda el recién llegado.
- Bien, bien ¿y vos?- responde Mario como vocero natural del grupo.
- Bien, dando una vuelta y tratando de mandarla a guardar- dice mientras guiña un ojo sin disimulo.
- Ya veo- continúa Mario mientras el Mono baja la cabeza tratando de ocultar su risa.
- Si, es que con aquella era bravo. Tenía un carácter fulero. Aparte...- haciendo una guiñada cómplice que ya hace sospechar un tic- ...por atrás no quería.
- Más bien, a veces pasa…- responde Mario con ya con un poco de vergüenza ajena
- Pero con estas es otra cosa. Es lo primero que te ofrecen.
- Claro, claro...
- Bueno, los dejo. Solo vinimos a comprar unos puchos por si quiere que nos quedemos conversando después del polvo – concluye risueño.
-Seguro que si. Vaya, vaya. – lo despacha rápido intentando no soltar la risa ahí mismo y pateando por debajo de la mesa al Mono que ya estaba a punto de hacerlo.
- Chau.
- Chau.
Se produce un breve silencio en la mesa. El Mono trata de contenerse con un bocado de chorizo hasta que se atora. Finalmente los tres largan la carcajada.
- Bo, ¿éste más gil no puede ser, no?- pregunta el Mono sin dar crédito.
- ¡Qué hijo de puta que es!!! ¡No hay derecho!- Mario se tapa la cara horrorizado.
Cuando por fin dejan de reír y empiezan a respirar con normalidad, Juan señala con el pulgar por encima de hombro – Che, ¿cuantas veces te la puso el bufa este?- y Mario le responde con un golpe en el hombro.
- Pero fuera de joda...-Juan levanta una ceja e inclina la cabeza- ...esta mina, Adriana ¿se engancha con los bichos más raros, no?
- Si buscás la sellada, la tiene ella seguro –concluye Mario.
- No sean así, de última cada cual que haga lo que quiera – trata de conciliar el Mono, aunque esté convencido que no hay nada más sano que ser un pibe de barrio que se junta cada tanto a comer un asado con los amigos, mientras hablan de fútbol, de mujeres y eventualmente, le sacan el cuero a quién se lo merezca.
* El dicho popular refiere a que si no se las clava-refiriendo metafóricamente al acto sexual-, se vuelan.

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